Extraído del libro: El Burgo de Osma y su Catedral. Guía para el viajero curioso e inquieto (Sotabur, Soria, 1996). Autor: Ángel Almazán de Gracia
Nada más entrar a la catedral por su puerta principal -que suele ser la única abierta- lo primero que el visitante se encuentra, a su derecha, es la capilla de la Virgen del Espino, correspondiente a uno de los primitivos absidiolos, aunque sin su estructura gótica original. Esta Virgen, en fotografías de primeros de siglos, aparece su tez bien morena; ahora casi es morenilla, como si la hubieran limpiado y querido quitar ese color tan heterodoxo, pero el cancionero lo refleja sin ambages ni medias tintas:
Tiene gran fama de milagrera, especialmente para solucionar las sequías, aunque también se sacó en rogativa para que España venciera a Inglaterra (1588), para que sanase Felipe III (1619), por acontecimientos internacionales como la peste de Milán (1630 o la invasión turca de Hungría (1645), para detener Las persecuciones de cristianos en China (1727).., etc. La última rogativa se efectuó el 22 de marzo de 1992 para que lloviera..., ¡y llovió!. A primeros de este siglo aún estaba vigente la costumbre de efectuar el Cabildo, en la víspera de la romería, una rogativa desde la catedral a la iglesia de convento del Carmen, llevando en solemne procesión la cabeza de San Pedro de Osma. Las coplillas hablan por sí mismas sobre la devoción milenaria a la Virgen del Espino que, reconducida en rogativas, ha servido para pedir localmente las cosas más heterogéneas:
Pero para que tengan efecto tales demandas es preciso que vaya acompañada de su hermana, la Virgen de Barcebal, como ya lo pregona el romance popular:
En efecto, de tradición secular viene que la Virgen del Espino no pueda salir en concordia o en rogativa-romería (conocida como La Saca) de los 34 pueblos que la conforman, si no es trasladada su hermana desde Barcebal a la plaza de la catedral. La tradición nos indica que hubo una sequía y todo se secó menos un espino de cuyo tronco tallaron a la Virgen del Espino y de una de sus ramas a su hermana de Barcebal. En el siglo XVII Gregorio Argaiz escribía que "tiénese por tradición que fue aparecida y hallada sobre un árbol de esta especie en un espinar, que estaba alrededor de una torre, que había en esta villa del Burgo, y así en memoria del espino le dieron el nombre por haber sido aparecida y hallada en él". Argaiz postula que el nombre de la catedral y del Burgo de Santa María de Oxoma, se debe por tanto a esta Virgen del Espino. Otra conseja indica que se apareció a un pastorcillo entre las ramas de un espino que brillaba intensamente junto al río Ucero, donde luego se edificaría una ermita y posteriorente la catedral. Las tallas de las dos hermanas serían del siglo XIV, según Ana Rosa Hernández Calvo, pero es evidente que al menos la de El Burgo tuvo otra imagen antecesora, posiblemente totalmente negra. La de la catedral mide 115 x 45 cms. Su policromía se encuentra en un buen estado de conservación y dicha investigadora la fecha en el siglo XVI. Cook y Gudiol la califican como la mejor talla mariana soriana y estiman que probablemente es obra "de los escultores que intervinieron en la decoración de la Nueva Seo, de la segunda mitad del XIII", a la par que manifiestan que "es una adaptación de la Virgen vasco-navarra". Por su parte, Gómez Moreno ha escrito que descuella entre las imágenes medievales marianas de Castilla por "su majestuosa postura y buena conservación". De San Agustín -que tiene en la catedral la antigua capilla de San Bartolomé dedicada a su culto y una estatua en la que se le ve, cual Santiago Matamoros, pisoteando a dos herejes maniqueos- permíteme que sigamos tú y yo el siguiente consejo para abordar el misterio de la patrona de la villa burgense: "Lo importante es meditar sobre el significado de un hecho, no el discutir la autenticidad del mismo". En este sentido, si rebuscamos en la mitología comparada encontraremos diosas emparejadas o formando tríos incluso, y ahí es donde, creo yo, habría que buscar el origen arquetípico de estas dos Vírgenes morenas del Espino. Los dúos o tríos de diosas de los cultos indoeuropeos, especialmente las biviae y triviae celtas, protegían las fuentes, a los artesanos, campesinos y cosechas, como lo han hecho y siguen haciéndolo estas dos vírgenes, y es que las divinidades no mueren, sólo se transforman. En España y Francia existen, asimismo, varias Vírgenes Negras "hermanadas" en dúos o tríos. Por otro lado son Vírgenes del Espino y Vírgenes Negras al mismo tiempo las francesas de Le Puy, Manosque y L´Epine, así como las españolas de Estella (Virgen del Puy) y de Nájera. El nombre espino aplicado a tallas religiosas y templos es hermético, pues como dice Juan G. Atienza: "Espinillas, espinas, zarzas y pinchos de cualquier tipo son, en lenguaje simbólico, lugares dificultosos de trasponer que conducen penosamente a un enclave sagrado. El nombre se repite por toda la península y, casi sin excepción, marca caminos muy concretos hacia lugares mágicos ancestrales". El culto a la Virgen del Espino, cuya talla original debió ser negra, ¿estará suplantando quizás hasta sobre el mismo solar una devoción milenaria, incluso celtibérica, a la Diosa Madre Tierra?. No es del todo absurda tal hipótesis por cuanto las Vírgenes Negras tienen como prototipo a la Gran Diosa Isis, y en Egipto precisamente la espina de la palmera era el emblema de Neith, la Diosa Madre anterior a Isis que adoró Salomón en la forma de Astarté, la Isis fenicia, como afirma el Libro de Los Reyes. Y Salomón es el autor del esotérico Cantar de los Cantares, en la que la Reina de Saba (tan alquimista ella) dice: "Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable... No reparéis en que soy morena, porque me ha robado el sol mi color", texto recurrente para explicar el cromatismo de las Vírgenes Negras y que estaba, por ejemplo, escrito en la cúpula de la iglesia de la también negra Virgen de los Milagros, en Ágreda. El cronista Argaiz ha destacado la presencia, en el Archivo de la catedral, de un sello del Cabildo en el que figura una torre y sobre ella la Virgen "con un cetro o azucena o flor de lis en la mano derecha, y a la izquierda su hijo". Pues bien, en el Cantar de los Cantares, el esposo místico dice: "Yo soy la flor del campo y el lirio de los valles. Como azucena entre espinas, así es mi amiga entre las vírgenes". Las corrientes herméticas occidentales utilizarían como contraseña la flor del lirio o lis, sobre todo ciertas cofradías de constructores de catedrales y templos románicos y góticos, como se ve por ejemplo en la cercana ermita templaria del Cañón del Río Lobos. El lis masónico es la representación esquemática de la pata de oca, tan característica de algunas cofradías de constructores, y emblema también de Melusina, la esposa de Lug, ese dios al que se le honraba en Uxama. La Reina de Saba, por otra parte, es el prototipo de la Dama trovadoresca, de lo que Goethe llamaría Eterno Femenino, y Jung con el nombre de Ánima, a la par que ha personificado a la esposa mística en la alquimia hermética. Pero retornemos a las Vírgenes Negras y veamos como Rafael Alarcón Herrera sugiere que los esoteristas medievales, "al emplear a propósito el color negro en ciertas imágenes marianas, subrayaban de la manera más clara que para ellos la Virgen negra era, al mismo tiempo, la María cristiana, la Diosa-Tierra céltica, la Isis egipcia, la Piedra Negra cósmica y la Gran Madre de todas las religiones, situándola dentro de una concepción iniciática religiosa, universal y sincrética, del gran principio femenino del Universo?". La sustitución cultual más clara de este tipo la tenemos en la grandiosa catedral gótica de Chartres, cuya virgen de Notre Dame-de-Dessous-Terre no es sino la Virgine Pariturae de los druidas galos. Por otro lado, encontramos Vírgenes Negras del Espino en Avioth (Notre-Dame du Luxemburgo) cuyo santuario y romería alentó S. Bernardo de Clairvaux, y en Notre-Dame du Puy que es, después de Lourdes, el centro mariano con mayor peregrinación europea, situado en Puy-en-Valay, en una región que, según Camille Jullian, "mostraba el equivalente céltico de Delfos o de Santiago, de La Meca o de Lourdes, pues era ciertamente el centro moral de toda la Galia". Referente a este centro sagrado de Puy, cuenta la leyenda que la Virgen quiso que se construyera el templo en torno a una piedra megalítica llamada Piedra de las Fiebres, denominación que obedece a su poder milagrero dado que sanaba a muchos que enfermos que se acostaban sobre esta piedra colocada al pie de la talla virginal durante la noche del viernes al sábado. Pues bien, algo similar acontecía ante el sepulcro de San Pedro de Osma. Además, Notre-Dame du Puy tiene otras dos estatuas negras "hermanas": las Vírgenes de Fourvières y de Satillieu (Notre-Dame d´Ay). Estas consideraciones puede que a ti, lector, te resulten interesantes o quizás curiosas, o tal vez digresiones fuera de lugar e inconsistentes. A mí -te seré sincero- me sirven para comprender la peculiar devoción que se le tiene a la Virgen del Espino desde su legendaria aparición quizás en el año 1006. Tal importancia tuvo que el Cabildo colocó en su propio sello a la Virgen del Espino sobre la torre desde al menos 1224; sello que con diversos cambios figurativos persistió durante siglos. Además cuenta la tradición que la sede episcopal de 1102 se restauraría entre o sobre el monasterio de Santa María (denominación que derivaría seguramente de la Virgen del Espino) y el de San Miguel, pasando a ser la torre de la leyenda el elemento fortificado que puede explicar el topónimo de burgo adoptado por el arrabal que en torno a ella surgió, puesto que burgo, en germánico, es un arrabal situado junto a una torre o castillo. Y ciertamente la torre, hoy barroca de la catedral, sigue siendo el emblema arquitectónico por el que es conocida por los turistas la villa burgense. Claro que existe o coexiste otra posible explicación ya que parece demostrado que cuando dicho topónimo surge en lugares alejados del Camino Francés de Santiago se debe a que tales sitios hubo algún obispo francés, fue repoblado por francos o hubo monasterios cluniacenses. Condiciones que se cumplen en nuestro caso. Por otro lado, el nuevo obispo, San Pedro de Osma, era de Bourges, palabra afrancesada que significa burgo, por lo que tampoco sería de extrañar que, en memoria de su localidad natal, impusiera tal topónimo en vez de barrio o vico, como se acostumbraba entonces en Castilla. Otros elementos curiosos que concurren en la devoción a la morenilla de la catedral es que habitualmente las Vírgenes del Espino suelen aparecer en lugares en los que se rindió culto a dioses solares, como Lug, y suelen estar acompañadas en el mismo templo o en la toponimia próxima o iglesias cercanas con advocaciones a San Miguel Arcángel, San Roque, Santa Ana y Santa Catalina de Alejandría, entre otros personajes religiosos o celestiales, según Rafael Alarcón. Advocaciones que se dan en la propia catedral burgense, en El Burgo. La actual capilla de la Virgen del Espino data de 1650, año en el que se trasladó a ella la imagen y que se festejó con danzas, luminarias y toros. Su camarín se construyó en lo que era callejón del toril. Y el toro ha sido un animal-tótem de la Diosa-Luna por su cornamenta de la media luna, como la que aparece, de plata, en las pantorrillas de esta Virgen del Espino, que pusieron en el siglo XVI. Este cuarto lunar acompañaba a media docena de diosas de la antigüedad, desde la Isis egipcia, pasando por Selene y la triple diosa Hécate griega, y acabando en la Diana romana. A estas dos últimas de las festejaba el 13 de agosto invocándolas para que las tormentas no perjudicasen las cosechas. Y la Iglesia Católica honra a María el 15 de agosto con la fiesta de la Asunción, la más popular de las fiestas marianas sorianas, día precisamente en el que se celebra en El Burgo de Osma por todo lo grande a la Virgen del Espino. Y aunque la catedral tiene la advocación de la Asunción de María desde no se sabe cuándo (quizás el s.XVI), El Burgo lo que festeja es a su patrona local y, por tanto, a su Virgen propia, la del Espino. La capilla tiene un cimborrio barroco. Columnas salomónicas adornan la cúpula barroca guarnecida exteriormente por el tradicional chapitel burgense de la época. Los cuadros manieristas del retablo -primera obra barroca hecha en la catedral- hacen referencia a su aparición en El Espinar y a su traslado a esta capilla, así como a diversos misterios de la Virgen. San Miguel y otros arcángeles, junto a varios santos, entre ellos Santo Domingo de Guzmán, parecen custodiar el recinto desde lo alto. Tras este retablo barroco -quizás el mejor de su estilo de la catedral- permaneció escondido el extraordinario sepulcro gótico de San Pedro de Osma desde 1551 a 1894.
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