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SÍMBOLOS EN CÓRDOBA
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Obra ganadora del I Symposium Virtual de la Biblioteca de la Tradición
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Texto:
Derviche
Fotografías:
Gustavo Rodríguez
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Catedral de Córdoba, antigua Mezquita: FachadaCatedral de Córdoba, antigua Mezquita: Fachada

Si, a primera vista, el tópico “segundas partes nunca fueron buenas” se cumple en numerosas ocasiones, es difícil encontrar excepción más oportuna a esta regla que la repetición periódica de los viajes iniciáticos, aquellos que nos llevan al encuentro con la sabiduría que los antiguos maestros filósofos fijaron a la piedra de las catedrales, al lino de los cuadros o al cuero de los pergaminos. La última ocasión en que he disfrutado de tan deliciosa excepción ha sido en mi segunda y reciente visita a Córdoba, con la excusa de la exposición de obras del Califato Omeya, pero con el autentico deseo (ahora lo veo claro) de volver a rozar las piedras de la Mezquita, de sentirme desaparecer, una vez más, entre el baile poligonal de los estucados de la Sinagoga y convertirme en el aire que vibra por las cuerdas del violín de un Judío Klezmer 

Con las segundas y posteriores visitas a estos centros sagrados, el buscador gana autoconfianza al comprobar que el avance esforzado siempre logra algún fruto, más o menos humilde, según la ocasión y así hallamos nuevas interpretaciones, nuevas intuiciones, respuestas que en la anterior ocasión no encontramos y nuevas preguntas que jamás se sospecharon y, por supuesto, ante la riqueza de este tipo de monumentos, se descubren nuevos símbolos que, por el cansancio y la falta de tiempo, no es posible observar de una sola vez 

Entre los nuevos símbolos encontrados en esta ocasión mencionaré cinco, que entiendo quedarán resumidos a cuatro, al finalizar este artículo 

El primero es la presencia de San Rafael presidiendo la simbiosis entre la Catedral y la Mezquita, en la plaza adyacente. Descubrimiento que no lo es tanto, pues lógicamente no me pasó inadvertido en mi primera visita (aunque sólo sea por el tamaño del Arcángel), pero en aquella ocasión lo interpreté erróneamente como San Miguel. Ahora he comprobado que se trata de San Rafael, “Triunfo de San Rafael” para ser exactos, representado con una vara en la mano izquierda y señalando con la diestra “casi” a la Mezquita. Dejemos a San Rafael con “su vara” en este punto y continuemos peregrinando por el recuerdo de los nuevos símbolos, antes de que éste se deforme y diluya. 

Catedral de Córdoba, antigua Mezquita: Torre del Campanario
Catedral de Córdoba, antigua Mezquita: Torre del Campanario

El segundo, quizás el más sorprendente para mí durante estos días, ha sido la presencia, en la Mezquita, de círculos solares o rosas, con una “S” con clara forma de serpiente en el centro de los símbolos circulares, sobre los capiteles de las primeras columnas que, por la entrada actual a la Mezquita, el buscador encuentra. A juzgar por el tono de la piedra y el estilo de la talla, no parecen ser una de esas superposiciones castrantes que el catolicismo añade con su irrupción posterior. Meditando acerca del resto de simbología que encontré por la Mezquita, no hallé pista alguna que me ayudara a satisfacer la gran curiosidad que sentí: ¿Figurativismo en un templo musulmán? ¿Rosas solares? ¿Serpientes? Destaca, además, que sólo se representan sobre los típicos capiteles corintios en los que las hojas son auténticas cabezas de cobra (califales creo que se llamaban, aunque ahora los recuerdo cúbicos y no como el clásico cono truncado invertido) y por cuatro veces se repite el mismo símbolo, una por cada cara del cubo que corona el capitel del que nacen las nervaduras de los arcos. Llama la atención, si se me permite el aparte, la evolución del arte musulmán en nuestra península, donde encontramos pequeños guiños al figurativismo continuamente. 

Catedral de Córdoba, antigua Mezquita: Interior
Catedral de Córdoba, antigua Mezquita: Interior

La tercera sorpresa llegó al acercarme a las vitrinas en las que se exponen los restos de relieves visigodos desenterrados de los cimientos de la Mezquita. Camuflados, desapercibidos, como el que irónicamente se distrae con el vuelo de una mosca para no ser descubierto entre la masa, encontramos un muestrario de distintas representaciones del Crismón pero sin la “Ro”, es decir, como si al Crismón le quitásemos el pequeño círculo que forma la característica “P” de la “Ro” griega. Me intrigó la forma con que se representó cada uno de los tres trazos del Crismón, siendo algo así cada uno: >o<, dos cuñas más estilizadas que éstas, con un círculo en el centro que las une y variando la posición respecto de mi ejemplo, de tal modo que dos de estos signos formarían la X, con un tercer trazo vertical sobre el aspa. En otro de los relieves sólo se representa el trazo vertical, pero al tener esta forma de cuñas contrapuestas sería suficiente, a mi entender, para presentir la unión de contrarios, la “chispa” en su centro y el aspa, si atendemos al conjunto. También pude ver el antiguo relieve que se tallaba en las lápidas, las dos tibias cruzadas y la calavera en el centro, símbolo de todos conocido, pero volvamos a abordarlo a la luz de los nuevos conocimientos que en el camino acumulamos: El aspa, en cuyo centro se alberga la Chispa, el Hijo Divino, el Tercero... un aspa que es muerte en este caso (dos tibias cruzadas) y un tercero representado por la calavera y recordemos los ritos celtíberos en los que la calavera es el recipiente sagrado que contiene todos los misterios, algo así como el Grial y pensemos en Santa Teresa, nacida y criada en el núcleo duro, irreductible, de la tradición celtíbera: el oeste y noroeste de la península (aun hoy pueden seguirse los rastros de la tradición entre los ritos gallegos) y os invito a recuperar en imágenes interiores uno de los signos favoritos del Carmelo, las tibias cruzadas y la calavera, con la leyenda: “Ecce Viator”... ecce viator: éste es el camino. Sin cruces: con aspas; sin madera: con hueso; sin corderos, ni soles, ni fuegos: con calaveras. Y aún más hacia el oeste, en Salamanca, de un libro abierto surge una calavera y sobre ella un “anfi-bio”, un ser doble y verde, dos en uno. Y recordemos a aquellos que, en busca de la última gran utopía, se desterraron al más radical de los “oestes”, aquellos que perseguidos por su ideología se hicieron al mar, al caos primigenio, al reino sin leyes del que todo nace, enarbolando una bandera negra con dos tibias cruzadas y una calavera. 

Catedral de Córdoba, antigua Mezquita: Techo del Mihrab
Catedral de Córdoba, antigua Mezquita: Techo del Mihrab

La cuarta sorpresa fue descubrir las mismas serpientes, en forma de “S”, dentro de signos circulares sobre los capiteles de las columnas de un templo romano, encontrado bajo los cimientos de Córdoba. ¿Cómo es posible hallar el mismo símbolo, exactamente igual, separado por más de mil años, en dos religiones tan distintas? ¿Qué pasa con la serpiente bíblica? ¿Qué es lo que no nos han contado de todo esto? No lo sabía, no pude encontrar la respuesta hasta que, leyendo un artículo de Ángel Almazán, leí las siguientes frases 

Así, por ejemplo, la misma S que hay en la parte inferior de la P (Árbol del Mundo y Eje del Mundo) pudiera interpretarse igualmente como el fuego oculto que anida en la raíz de este Árbol (como la serpiente nórdica en la raíz del árbol Igdrassil, del que saldrá la humanidad del nuevo ciclo), equiparable, en el microcosmos humano a lo que los esotéricos llaman Kundalini (serpiente, en sanscrito), que reposa en el chackra-rueda del Muladhara (el sefirot Malkuth de la Kabala hebrea) presto para alzarse serpeante por el canal etérico central, Sushuma.. Y curioso es advertir, a este respecto, que de Agni se decía que tenía un andar sinuoso como serpiente (20). En el Saankaracarya Cintamanistava hindú se puede leer sobre la Kundalini (21): "la Esposa que entra en la Vía Real (Sushumma), reposando en ciertos lugares (Chakras) que encuentra, y besando al Esposo Supremo, un beso del que surgen olas de néctar". 

En ambos templos, Kundali ha ascendido hasta la cumbre del capitel, donde el fuste penetra el comienzo del arco y donde nacen los puntos de apoyo de bóvedas y cañones...¿Hace falta precisar más acerca de la analogía entre la penetración de la energía celeste y terrestre, respecto de las formas de despertar a Kundali en las filosofías védicas? No, yo creo que no. Y qué diremos del Crismón, con una serpiente a los pies del eje vertical, ¿Deberán ser más gráficas las palabras? Tampoco lo creo. Por lo que a mi respecta, las preguntas que me surgieron sobre el significado del símbolo quedaron despejadas con dicho párrafo, no así la duda racional acerca del hilo temporal...¡mil años de diferencia! Un templo romano vinculado a un templo musulmán ¿Qué es esto?. Justo el párrafo anterior al insertado más arriba, que yo coloco en segundo lugar, me dio la respuesta 

¿Los crismones tallados por las cofradías de constructores medievales estaban revelando un conocimiento del carácter universal de algunos símbolos así como de un origen primordial común para las grandes tradiciones religiosas...? Podría ser así, máxime si se tiene en cuenta que estas cofradías tienen como antecedente los Collegia Fabrorum del imperio romano , y que durante la Edad Media el mundo islámico también estuvo presente entre las cofradías de constructores cuyos componentes islámicos podían conocer leyendas y mitos de más allá del Oriente Medio.

Catedral de Córdoba, antigua Mezquita: Detalle del Tesoro
Catedral de Córdoba, antigua Mezquita: Detalle del Tesoro

Bien, al menos hay alguien más que sospecha una transmisión de conocimientos secretos entre los constructores del Viejo Continente, como poco desde la época del Imperio Romano y para mí la existencia de este símbolo, en ambos templos, supondría una prueba irrefutable de tal continuidad. Sin embargo, a la prueba fáctica (la existencia del signo en ambos templos) se le opone una contraprueba racional: ¿Cómo puede pasar inadvertida una organización que posee conocimientos ancestrales, camuflándose, era tras era, en las sucesivas culturas que han colonizado estos lugares y desarrollando una labor tan importante como la construcción de templos? Porque cuando uno quiere pasar inadvertido se calla, no destaca, no hace nada público y notorio... pero claro, construir la Mezquita de Córdoba, no es precisamente un actuar discreto. ¿Cómo es posible que no quede constancia del hilo temporal que une a unos constructores con otros? Esto sigo sin entenderlo, salvo que la contraprueba pese más que la prueba y tal continuidad en el tiempo no exista, surgiendo como hipótesis más racional, pero no por ello más cierta necesariamente, la posibilidad de un origen común para ambas hermandades de constructores, por ejemplo: lazos de ambas culturas con el subcontinente indio, irrumpiendo por dos veces la mística de la India en Occidente ¿Pero si este símbolo (y su sentido) fue redescubierto por los místicos y constructores del Islam de las fuentes originales de Oriente, por qué no lo tallaron en otras ciudades? ¿Por qué en Córdoba, donde precisamente este símbolo ya existía en otro templo muy anterior? ¿Es una mera coincidencia? Dejaré las preguntas tan huérfanas como lo están para mí. De todos modos, quizás no sea importante creer o no creer, comprobar o no comprobar la existencia de estos maestros sucesivos, sino que a lo mejor lo importante es “creer en sus obras”, más que en sus personas, como dijo aquel que dejó que la humanidad le grabase todos sus arquetipos en la carne de su cuerpo, haciendo de sí mismo la piedra en la que los demás tallamos y desbastamos. 

Catedral de Córdoba, antigua Mezquita: Capilla del Ángel Custodio
Catedral de Córdoba, antigua Mezquita: Capilla del Ángel Custodio

Pasemos a la última sorpresa: En la Iglesia de San Francisco, siguiendo en Córdoba, encontramos un cuadro en el que dos brazos, clavados a una cruz, se cruzan en forma de aspa, un brazo lleva ropa negra y el otro es de una piel muy clara y desnuda, siendo evidente su interpretación. En una hornacina, a la derecha del altar, nos encontramos una Virgen negra con “vara de peregrino” sobre una luna de plata y a la que algún grupo de romeros ha donado, a modo de exvoto, una figurilla de peregrino con botas de montaña y “jersey” de cuello vuelto. No incidiré en que este tipo de representaciones marianas suelen pisar una serpiente aunque sí reiteraré mi idea, repetida en otras ocasiones, de que Isis, el Arbol Sefirótico, Virgo y la Virgen María son la misma “cosa”, con lo que no importa que en esta ocasión no pise, además de a la Luna, a una serpiente, porque a estas alturas ya todos sabemos que la está pisando, aunque el escultor no nos lo quiera decir. Además, debo señalar un cuadro muy simbólico a la derecha de esta Virgen, en el que se ve a la humanidad ardiendo en el infierno; sobre la humanidad Cristo, con la cruz a cuestas, pisa uvas en una prensa y unos ángeles, que recogen el mosto que sale de la cuba, lo derraman sobre los hombres que consiguen ir saliendo del infierno, ascendiendo por una escalera y Dios Padre, mientras tanto, aprieta el tornillo de la prensa en la que las uvas y Su Hijo (o quizás todo el conjunto) son exprimidos y destaca que los personajes más alejados de la escalera de la salvación, que arden en el infierno, son reyes y obispos. La representación de la Virgen con una vara y la simbología alquímica me hizo sospechar que me encontraba en un lugar importante de peregrinación, que desconozco. 

Concluyo repasando y resumiendo lo escrito: a un templo visigodo se le superpone un templo musulmán y a éste un templo católico-romano, suplantaciones que se repiten a lo largo de todos aquellos lugares que han sido reconocidos como “centro sagrados” y que podemos encontrar repartidos por todo el Viejo Continente ¿Qué importancia tiene este lugar? Por otra parte, la desconcertante figura de la serpiente dentro de un círculo se repite tanto en la Mezquita, como en el templo romano y la serpiente nos lleva a la cábala y a las tradiciones indoeuropeas acerca del nacimiento de Ignis y la cábala nos lleva a la alquimia y la serpiente nos recuerda, con su color verde, a la “Obra” una vez más.... y la alquimia y la persecución de la filosofía perenne (la que une todas las expresiones simbólicas, con un presentido origen común) nos lleva a buscar y el que busca peregrina, como los que antes que yo llegaron a la Iglesia de San Francisco y colocaron su exvoto y como San Rafael, con esa vara, parece llegar caminando hasta los muros de la Mezquita. Y si los cinco símbolos creí que se podrían resumir a cuatro, ahora veo claro que no son más que uno, pues a cinco preguntas le corresponden cinco respuestas y entre todas suman diez, que no es más que Uno, Él, el de siempre, Uno Mismo. 

Que la paz del buscador nos encuentre en el camino




Algunas fotos de la Mezquita de Córdoba